Entendemos como la primera educadora a la madre, y por extensión a las mujeres, una buena parte de nuestras conductas al sentarnos en la mesa, al relacionarnos con otros, en nuestro aseo personal, en la calle y en fin, en la vida, es un efecto de la influencia que hemos obtenido en el hogar. Ese es uno de los lugares -de los tantos- donde las mujeres en su rol madres, mandan, ordenan, dicen, establecen.
Si nos levantamos de la mesa y no llevamos nuestros platos a lavar, ese puede ser el resultado único de dos posibilidades:
- Nuestras madres no tuvieron el tiempo, en esta vida ajetreada de enseñarnos.
- Nosotros somos unos burros que no aprendemos.
El estado tiene, desde siempre, dos tipos de mecanismos (para no llamarles “aparatos”) que le sirven para garantizar el sometimiento de “los otros”, bajo el entendido que siempre existen dominados y dominantes. Los del piso de arriba y los del piso de abajo. Represores y sometidos, estos últimos muchas veces haciendo esfuerzos para no someterse “tanto”.
Estos mecanismos del estado, en un análisis más o menos simple, digo yo, son de dos tipos:
- De represión, como la policía, el ejercito, el aparato legislativo, etc.
- De ideologización, que pueden ser de carácter publico o privado, tales como las escuelas, las iglesias , los partidos políticos, los medios de comunicación, las nuevas tecnologías de la información y otros. (en tiempos no tan remotos, las iglesias tenían un rol tenían un rol más preponderante en la ideologización amplia, que poco a poco han ido abandonando, dejando ese espacio para la institución educativa por excelencia que es la escuela, un buen tema para reflexionar)
Son los ministerios educativos los que determinan que tipo de contenidos se deben aprender, como se debe enseñar, con que profundidad y para qué se debe educar.
Generalmente, son los detentores del poder económico los que administran el estado, por tanto, no extraña que sean ellos los que hayan determinado como debe ser la educación en El Salvador. Es más, podríamos endilgarles el adjetivo de babosos y más, si no lo hubieran hecho así.
Pero, un cambio en la clase política, quiero decir, un cambio en el grupo que gestiona el poder político, como sucede en el caso de El Salvador, significará, por fuerza de la comprensión de los roles que la historia brinda, un cambio también en la conducción del aparato ideológico del estado, para asegurar los cambios en los contenidos, los valores, el tipo de filosofía de vida. Es decir un cambio en la educación.
Por otra parte, desde el “otro” aparato del estado utilizado para definir las formas y relaciones de producción -el Ministerio de Economía- debe estarse impulsando las regulaciones y prioridades productivas, las formas de la propiedad de los medios productivos, las cuáles serán apoyadas por los “nuevos” contenidos, métodos, y modelos educativos como soportes para garantizar su permanencia, fortalecimiento y reproducción.
En la medida que un nuevo modelo económico se vaya implementando, la educación deberá estar transformándose para servir mejor a ese modelo. Sería un error para los dominantes del poder político, amarrarse a un modelo educativo que garantice las condiciones ideológicas impulsadas por sus contrarios. Por eso no extraña que la gestión de la educación en El Salvador haya sido una prioridad de la izquierda en el poder, tampoco extraña que sea Leonel el hombre que dirija el dicho Ministerio a pesar de tener tanto que hacer (¿?) como Vicepresidente. Tampoco debe extrañar que la educación cambie en el país. Para bien.
Bueno, por hoy, hasta ahí, ojala motive pensamientos encontrados
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